lunes, 22 de octubre de 2007

Reflexion del Evangelio de Pbro. Lic. Juan E. Arnau

Cuando venga el Señor
San Lucas 18 (1-8)

Una de las preguntas más enigmáticas del Evangelio se presenta este domingo: "¿Cuándo venga el Hijo del Hombre, acaso, encontrará fe sobre la tierra?"
Pablo VI, en sus famosos diálogos con Jean Guitón,
afirmaba que para él constituía una preocupación constante: "Yo me pregunto si estos tiempos no son los aludidos en el interrogante", y agregaba: "[...] a veces se niegan verdades importantes de fe y episcopados enteros callan': Incluso afirmó: "[...] puede ser que un tipo de pensamiento no católico llegue a predominar en la Iglesia, pero por fuerte que sea, nunca será el pensamiento de la Iglesia". Sin embargo, en tono esperanzador concluía; "[...] es necesario que subsistan pequeños restos que, por pequeños que sean, desde allí podrá reencenderse la hoguera de la verdad y de la caridad". Con el derrumbe de las torres gemelas de Nueva York, o con ocasión de muchas catástrofes naturales, muchos han intentado ver en ello el cumplimiento de signos apocalípticos y no han advertido que los cimientos de la civilización están siendo sacudidos y derrumbados, en instancias tanto más catastróficas que las dos torres.
Pensemos en el derrumbe de la familia o en lo que nos hada pensar Pablo VI precedentemente. Pero como el epílogo es feliz, la solución está en nuestras manos y en la del Evangelio de Hoy: La oracion. En la primera parte Jesús alaba la actitud' de una mujer insistente, quien logró que un juez desaprensivo le hiciera justicia. Aunque parezca increíble, muchas cosas están mal porque no rezamos, o rezamos mal. Ún ejemplo de la fuerza de la oración lo constituye Moisés, en el Antiguo Testámento: cuando levantaba las manos las tropas comenzaban a ganar, por eso, cuando cansado las bajaba, venían otros y se las sostenían. Santa Mónica logró la conversióh del gran san Agustín con sus lágrimas y rezos. Y nosotros tenemos que hacer como si todo dependiese de nuestro obrar y rezar como si todo dependiera de nuestro rezo. En Caná, Maria, con sus ruegos, adelantó la acción salvífica de Cristo, y en Fátima, de cuya aparición han pasado ya 90 años, según el tercer secreto, anuló al menos temporariamente los decretos de la Justicia divina sobre la humanidad.
fuente: Cristo Hoy

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